viernes, 10 de enero de 2014

7107 Islas Espesyales

En principio Filipinas no estaba en mis planes. Aunque tenía buena pinta, todavía me quedaban muchos sitios que ver en el sudeste asiático y no demasiado tiempo. Mirando vuelos de Taiwan a Vietnam encontré una buena conexión a través de Manila, y acercándose la fecha de fin de año, sabiendo que en Vietnam no lo celebran hasta finales de Enero, mejor postergar Vietnam. El tifón Yolanda/Haiyan barrió toda la parte central de este a oeste del país, y la elevada cifra de muertos (más de 6000) y los destrozos, visibles más de un mes después, permiten anticipar lo destructivo que ha sido. Al final, tampoco es una mala idea la de ir a gastarse los euros en un país tan fuertemente sacudido por el tifón, y aunque es bastante cuestionable cómo redistribuye el dinero el gobierno, viajando a lo mochilero te aseguras que tu dinero se inyecta directamente en las economías locales.
Así es cómo decidí hacer una pequeña escala de 25 días en Tasa-ipinas.
(Fee-ipines es como muchos turistas llaman a Filipinas por la cantidad de tasas (fees) adicionales que hay que pagar constantemente, especialmente en los transportes y en los sitios turísticos).

Realmente fue toda una experiencia observar el poso que 350 años de ocupación española ha dejado en las islas de Felipe II, en la otra punta del mundo. Hablando con Peter, un exmilitar del ejercito de los EEUU nacido y crecido en Filipinas, me comentaba medio en broma que la influencia española en el país se resume en tres puntos básicos: religión, corrupción y buenas edificaciones. Y no le faltaba razón. Afortunadamente, muchos aspectos de la cultura aborigen siguen vivos, y el Never give up (lema que se ve frecuentemente en camisetas, carteles y pegatinas por las calles), junto con el hecho de que la tasa de suicidios en Filipinas es de las más bajas del mundo, refleja el envidiable positivismo de una cultura que sin embargo ha sido fuertemente castigada a lo largo de la historia.


Recién llegado a Manila, sin haber tenido tiempo para planificar Filipinas, y desbordado por la cantidad de información y posibilidades, decidí ir a lo seguro tras coger ideas de otros mochileros: paisajes kársticos, sol, playa y fiesta. Lo cual me llevó a las islas de Palawan, la provincia más occidental del país, conocida como la última frontera en el argot turístico. Después de 14 horas de Ferry, llegué a Coron, un pequeño pueblo en la isla de Busuanga (barrida de lleno por el tifón), punto base de excursiones de Island hopping y buceo en barcos hundidos japoneses de la segunda guerra mundial.


 


Este perro se dedicaba a esperar pacientemente en la orilla a que la corriente trajera cadáveres de peces.

Tras descansar unos días y descubrir la isla en moto, había que estrenar el carnet de buceo sacado dos años antes en las frías aguas coruñesas.
Fue impresionante volar sobre las cubiertas del Okikawa Maru repletas de coral. Éste es uno de los barcos destruidos cuando bombarderos estadounidenses cogieron por sorpresa a toda una flota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Mejor ver los videos.




La segunda inmersión del día fue en un arrecife de coral poco profundo. Otra vez fue un gran contraste viniendo de las aguas coruñesas. En el video no se aprecian bien los verdaderos colores...



Pero sin duda, la actividad estrella de Coron son las excursiones de Island hopping, en los que de 9am a 5pm vas en un pequeño barco con otras 8 personas recorriendo las mejores puntos de snorkel de la zona (por unos 15 euros, comilona incluida). Fue espectacular ver las haloclinas en dos de los lagos. La haloclina es la superficie de separación entre el agua dulce y el agua salada, las cuales, por tener diferente índice de refracción (la luz viaja a diferentes velocidades), producen el fenómeno óptico de una segunda superficie oleosa bajo la superficie agua-aire. En el primero, una capa de unos 20cm de fría agua dulce sobre el agua salada producía una haloclina super nítida, aunque en el vídeo hay que fijarse bien (y verlo en HD) para advertirla.




En el segundo lago, el lago azul, la capa de agua dulce era de unos 2 metros, con lo que había que bucear algo para notar el calor del agua salada. En este lago fue la primera vez que buceé con una tortuga, pero se me escapo antes de que pudiera grabarla.

Después de una comilona exquisita de pescado fresco, verduras y frutas, llegó la guinda del pastel en el lago Barracuda. Un impresionante lago de agua dulce de unos 40 metros de profundidad con la mejor visibilidad con la que haya buceado (unos 20 metros), en un espectacular hoyo kárstico de paredes verticales. El agua dulce da al cuerpo una flotabilidad prácticamente neutra, lo cual permite hacer inmersiones en apnea de 12-15 metros sin demasiado problema. Fue inolvidable la sensación de ingravidez, suspendido con la superficie a 15 metros por encima y la sensación de auténtico vértigo al ver el abismo negro por debajo. Hay que andarse con ojo con el snorkel en agua dulce, ya que a partir de unos 5 metros de profundidad el cuerpo pesa y te vas para abajo!




Despues de Coron cogí un barco hacia El Nido, pueblo pequeño, mas turístico, pero un buen lugar para pegarse buenas fiestas nocturnas en la playa. El Island hopping de El Nido tambien fue muy bueno, con lugares que rozaban lo irreal.

El Nido. Foto sacada de Wikimedia.






Despues de El Nido seguí hacia el sur en dirección Sabang, con intención de ver el famoso río subterráneo, viajando las últimas dos horas en el techo del bus (divertido, hasta que una rama de un árbol te da en la cabeza a 50km/h). A mitad del camino, a eso de las 5pm, empezó a caer una tromba de agua digna del Gran Diluvio que no paró hasta bien entrada la noche. Una vez más, la lluvia me arruinaba el plan: el nivel del río subterráneo estaba demasiado elevado (o eso me dijeron) como para ser navegable, con lo que me quedé sin verlo. Tras "dormir" en una cabaña a dos metros de un gallo que se ponia a cacarear 5 veces cada media hora desde las 3am (me planteé en sueños cargármelo y luego pagárselo al dueño), me di un baño en la playa y me fui a Puerto Princesa (omitible), disfrutando otra vez del paisaje en el techo del bus, para coger el avion hacia Cebu.



Estando en Palawan veía que la fecha de fin de año se acercaba, y sólo sabía que iba a estar en algún punto de la región de Visayas, pero tras consultar acerca de la (quizás excesivamente) famosa isla de Boracay, ¿qué mejor sitio para celebrar la noche vieja? El plan se me echó un poco para atrás al ver que toda posibilidad de alojamiento barato era inexistente, (si el precio medio de un hostal decente en Filipinas es de 5 euros, en Boracay no bajaba de 50 eurazos la noche de fin de año en uno más bien cutre). De hecho mucha gente reserva con un año de antelación. Pero, ¿quién necesita dormir precisamente la noche de fin de año? Aunque los aviones a Boracay (Caticlan) también estaban inflados de precio, pude encontrar la forma barata a través de Kalibo, con lo que ahí estaba la tarde del 31 en la Playa Blanca preparado para despedir el año como se merece.



Tenía que pasar antes por Cebu (donde pensaba pasar el fin de año originalmente), en la isla de Mactan. Cebu es bastante conocida por la industria de guitarras de muy buena calidad hechas a mano, lo cual no supe hasta que llegué ahí. Echando de menos cada vez más mi guitarra, decidí echar un ojo a las tiendas antes de coger el avión Cebu-Kalibo en dirección a Boracay. Así es como el destino quiso que acabara comprando a Soledad II en Jaime's (la última tienda que me quedaba por mirar), tras un intenso regateo con Jaime, centrado en el argumento "Vamos hombre, los españoles os trajeron las guitarras y yo soy español, enróllate!!".

El destino también quiso que cogiera el avión tras retrasarme comiéndome medio pollo para cerebrar mi adquisición, llegando al aeropuerto 40 minutos antes del despegue del vuelo, y a punto de perder el móvil, dejándomelo olvidado en el escáner de rayos X (lección de vida importante: cuando estoy estresado, pierdo todo). En el aeropuerto conocí a Ariel, buen fiestero y mejor persona, que también se dirigía a Boracay, y con el que pasaría con sus amigos el fiestón pasado por agua de Año Nuevo.

Realmente la despedida de fin de año estuvo a la altura de las espectativas, ni el chaparrón que cayo durante dos horas durante la entrada de año hizo que la gente se inmutara. Y tras 10 minutos de lluvia-ducha, no se podía estar más empapado: buena excusa para un baño nocturno en la playa para celebrar la entrada del 2014 como se merece!

Otra de las cosas por las que es famosa Boracay es la especial arena de la Playa Blanca, inmejorable para hacer castillos de arena. Los que vi fueron esculpidos por unos niños locales de apenas 10 años.



En Boracay también conocí a Armand, un músico filipino que trabaja dando conciertos en Boracay (así yo también quiero trabajar). Este es su videoclip "One Island, One World", hit que cantará en el mismísimo Río durante el Mundial tras ganar el concurso de Sony.


Con la salida del sol, después de una siesta reparadora en la playa me volví a Kalibo.
Estos días estuve deambulando bastante; no encontraba un sitio donde estar a gusto. Palawan había dejado el listón muy alto, y ahí me di cuenta que debí de pasar más días allí. Afortunadamente ahí tenía a Soledad II para hacerme irónica compañía.


En Roxas también pude ver en primera persona algunos de los efectos del tifón. Ver árboles de 1 metro de diámetro completamente tumbados, arrancados de raíz, con trozo de asfalto y acera incluidos, ayuda a imaginar la increíble fuerza que puede tener el viento.

(No hay muchas fotos de Visayas, ya que se me quemó el cargador del móvil por enchufarlo donde no debía. Lección importante para Filipinas y para todo el sudeste asiático: asegurarse antes de enchufar las cosas y/o usar protección (lección fácilmente generalizable a otros ámbitos de la vida). Las redes eléctricas a veces no son todo lo estables que debieran, y encontrar un cargador nuevo puede ser complicado si se está lejos de la civilización.)

Al final dediqué los últimos días muertos en Visayas a empezar a planificar la Operación Máster: buscar máster en Física Fundamental/Teórica y becas para financiarme, y hacer todos los papeleos necesarios, lo cual ha implicado este abandono temporal del blog... El primer paso fue reservar plaza para hacer el examen de inglés TOEFL en Vietnam el 18 de Enero.

Aqui no entra Ni Cristo.
Aunque no fue especialmente divertida (tampoco fui a los sitios más turísticos, todo hay que decirlo), fue curioso sin embargo advertir ciertas particularidades de Visayas. El estereotipo de persona occidental, sobre todo en Cebu y en Iloilo, es "hombre entre los 50 y 80, retirado" y con mujer filipina de 20-30. Hasta la Lonely Planet lo advierte! No sé cuantos vi, pero muchos, algunos con familia formada y todo. Así que vosotrOs, ya sabéis qué hacer si a los 80 seguís sin hijos...

También, caminando por las calles de Iloilo, no es de extrañar si alguien te tira un beso al mirarte. Usan ese ruido para llamarse la atención durante el barullo urbano, ya sea cuando un viajero quiere avisar al conductor del Jeepney (lo que sale si cruzas un Jeep con un autobus) de su parada, llamar tu atención para venderte algo o para llevarte en triciclo.

Tampoco es extraño, caminando por las zonas más rurales, encontrarse a un/a tipo/a en la sala de estar de su casa cantando un karaoke, ya sea acompañado o a solas, y con los altavoces apuntando hacia fuera para que todo el pueblo se entere de lo mucho que está disfrutando en frente de la tele, independientemente de sus cualidades vocales.

Otra curiosidad es la devoción filipina por los centros comerciales en Visayas, llenos hasta las trancas. Peter decía en broma que los filipinos entraban en ellos sólo por el aire acondicionado. Bromas a parte, creo hay una gran dependencia con el aire acondicionado. No es raro entrar en un bus o en una tienda con el aire acondicionado puesto en modo ártico aunque fuera se esté a unos agradables 25 grados. Aunque parezca mentira, esta manía hace necesario llevarse algo de ropa de abrigo a Filipinas.

Es también agradable la cercanía y el buen humor de los filipinos, y la admiración generalizada que sienten hacia los Estados Unidos (fue gracioso ver cómo algunos chavales fuerzan hasta el extremo el acento yanki cuando hablan inglés) y la especial curiosidad y el trato excelente (luego advertí que en todo el sudeste asiático es así) que tienen hacia el extranjero, y más todavía al decirles que era español. Una parte del vocabulario tagalo (de las 19 lenguas que se hablan en el país, la principal) lo forman palabras en castellano, y aunque no los números, sí que conocen los números en castellano. Es curioso cómo se potencia tu poder negociador en el regateo cuando el conductor de tuktuk de turno ve que no eres un turista cualquiera al decirle 'Sien' y no 'one hundred'.

En resumen, Filipinas es un destino más que recomendable en el sudeste asiático, no sólo por lo curioso que es ver las particularidades de esta cultura fuertemente marcada por la colonización española. Las 7107 islas y los precios en general bajos de los barcos y aviones, a parte de permitir una libertad de movimientos increíble, hace posible el salirse de la ruta establecida muy fácilmente. Hasta es posible irse a una isla literalmente desierta cual náufrago si se busca la desconexión más absoluta.



Ruta:
Taipei (Taiwan) - Manila, avión (17 Diciembre)
Manila - Coron, barco (18-19)
Coron - El Nido, barco (24)
El Nido - Sabang, bus (27)
Sabang - Puerto Princesa, bus (28)
Puerto Princesa - Cebu, avión (29)
Cebu - Kalibo, avión (30)
Kalibo - Caticlan, furgoneta - Boracay, barco (31)
Boracay - Caticlan, barco - Kalibo, bus (1 Enero)
Kalibo - Roxas, furgoneta (3)
Roxas - Iloilo, bus (4)
Iloilo - Guimaras - Iloilo, barco (8)
Iloilo - Manila, avión (9)
Manila - Ho Chi Minh (Vietnam), avión (10)

Consejos:
-No cargar móviles o tabletas allá donde usen un generador por no haber red eléctrica convencional. Los picos de tensión queman los cargadores.
-No dejan embarcar en el avión a Filipinas si no se tiene comprado el billete de avión para salir de ella (suerte que tenía la tableta para comprar el billete a Ho Chi Minh in extremis).
-El agua del grifo no es potable, ni es buena para enjuagarse la boca después de lavarse los dientes. La que sirven en cualquier local sí.

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